Nueva jornada capitular que ha girado en torno a la vivencia comunitaria, a la profunda experiencia de encuentro y fraternidad.
Nuestra espiritualidad es comunitaria, se expresa y se vive mejor cuando estamos reunidos como familia o comunidad. Nos relacionamos de manera significativa y aseguramos nuestra presencia comprometida. De esa manera, la experiencia de amar y sentirnos amados se convierte en parte de nuestra vida cotidiana. (Agua de la Roca)
Durante la mañana, con nuestros respectivos cuadernos de bitácora hemos podido hacer nuestras anotaciones, contando para ello con la síntesis elaborada a partir de las reflexiones y aportaciones realizadas por las diferentes comunidades de Ibérica, en ella se recogen: los signos de vitalidad que identificamos en nuestra vida en comunidad; cómo vemos nuestra misión local actual; rasgos de nuestra experiencia de fe; nuevos dinamismos comunitarios que intuimos; y las propuestas de acción consensuadas en la Asamblea de Hermanos (celebrada en diciembre de 2019).
Se nos ha invitado a recorrer y escuchar diversos testimonios de religiosos y laicos en torno a su experiencia y reflexión de la vida en comunidad, compartiendo claves para crear una vida en común y acompañar la animación comunitaria; desde la internacionalidad, la interreligiosidad, la intercongregacionalidad, la relectura de las llamadas del XXII Capítulo general, la frescura marista joven, la mirada desde el feminismo y el acompañamiento a jóvenes vulnerables, la cultura del encuentro y la diversidad, la transformación de espacios comunitarios para acoger-escuchar-acompañar-cuidar.
Hemos podido hacer eco, orar y reposar nuestras vivencias comunitarias.
Con nuestra fraternidad mostramos al mundo que es posible vivir relaciones profundas. (RV 44)
La comunidad se irá convirtiendo en un ámbito de amistad y vida compartida en el que se desarrollan las cualidades humanas y los dones espirituales de cada hermano, para el servicio de los demás. (RV 46)
Vivimos la hospitalidad como un servicio que expresa nuestra fraternidad universal. (RV 50)
Las relaciones sororales y fraternas nos empujan a crear vínculos de comunión para que todo lo humano tenga un eco en nuestro corazón. (Papa Francisco)
En un ambiente de diálogo abierto, hemos ido esbozando la formulación de una nueva llamada estratégica y esencial para el próximo trienio, en torno al ecosistema de las comunidades.
Finalizamos la jornada con la propuesta unánime de 6 líneas maestras para proponer al nuevo Consejo provincial para el diseño del nuevo plan estratégico del trienio:
- Promover y acompañar la vocación marista, cultivando la identidad y pertenencia al carisma marista.
- Crecer juntos como familia carismática, cultivando y visibilizando los nuevos parentescos entre Hermanos y Laicos.
- Buscar y poner en práctica nuevas formas de dinamizar las comunidades, desde la hospitalidad, la pluralidad, la fraternidad y la vivencia de la fe.
- Avanzar hacia una espiritualidad más encarnada en las nuevas realidades que vivimos donde la interioridad ocupe un lugar prioritario.
- Impulsar nuestra misión marista, en comunión con otros, respondiendo de manera audaz a las nuevas realidades y necesidades emergentes.
- Proponer modelos alternativos para la evangelización, con un nuevo lenguaje, donde visibilizar el amor de Dios a través del encuentro con los necesitados, el acompañamiento, la formación específica y la interioridad.
Sed mujeres y hombres de comunión, haceos presentes con decisión allí donde hay diferencias y tensiones, y sed un signo creíble de la presencia del Espíritu, que infunde en los corazones la pasión de que todos sean uno. (Papa Francisco, Carta apostólica a los consagrados)
H. Íñigo García Blanco